Por: Anamaría Blasetti


SONRISA A LA GENTE


Doctores que de blanco

Vienen a “calmar mi dolor”;

les digo, que ni mi dolor calman,

ni cambian de mí, mi opinión.


El lamento es eterno, sigue el dolor.

Mi cuerpo es un espanto,

crujen mis huesos en aflicción.

¡Por qué, Dios, sufrir tanto!

Qué te hice. Habérmelo recordado.

¿No te parece demasiado

castigo a quien jamás ha robado?


Se caen mis lágrimas

al sentirme impotente!

Pronto partirá mi alma,

es que esto es un suplicio…

Dolor para mí, sonrisa a la gente.